viernes, 7 de marzo de 2014

EL OESTE

Llueve mansamente y sin parar, llueve sin ganas pero con una infinita paciencia, como toda la vida, camarero, como toda la vida, que es movimiento estático. Sólo el oeste nos impulsa, nos fortalece, nos da esperanza. Un Martini seco, por favor, necesito nutrir este impulso, necesito fuerza.

He vuelto a soñar con el oeste. Iba más rápido que nunca, el sol de la playa de Santa Mónica parecía detenido sobre el Pacífico esperando mi llegada, pero ¡eureka!: la Tierra de la Fortuna sólo admite a gente afortunada. Vi cómo el sol desaparecía de Occidente. Camarero, amigo, Martini seco.

Abarcarlo todo, camarero, el oeste me obliga a desear. Todo lo que siempre he querido ha sido el mundo entero, no puedo evitar necesitarlo completamente. Lo de siempre, querido, hoy también te traigo ruinas.

Vuelvo con más escombro, tengo suficiente como para derribar imperios a pedradas. Hoy que sea doble. El oeste no cesa de alejarse, y en mi Sueño no paro de correr. Me siento como Alicia cuando altera su tamaño, que no sé. Qué quiero. El oeste. Qué es el oeste.

Fantaseé con el Sueño de nuevo, aunque no es novedad. ¿Tienes un pitillo? Gracias. Y sírveme una copa, la última, me voy, a buscar el oeste, donde haya conmoción, a un sitio donde no llueva, o se llore con ganas.